En los climas caribeños donde el calor húmedo puede rebasar los 40 grados, la hamaca nació como una forma ingeniosa para solucionar una actividad trivial pero vital : dormir. En México, la hamaca es uno de los múltiples legados que la Colonización dejó en el seno de la Península de Yucatán. Su origen no es prehispánico ni maya, proviene de las culturas del Caribe y su uso fue adoptado por el pueblo maya. Si la fibra se adapta a las épocas (sisal, algodón y nylon), la maestría en el tejido se hereda y se enriquece discretamente en muchas comunidades maya del sureste del país, donde la fabricación de la hamaca no es solamente una actividad que en muchos casos asegura un ingreso familiar, sino sobretodo es un objeto doméstico que ha dado lugar a transformaciones formales y estructurales dentro de los hogares de la Riviera. Nuestra « hamaca maya » es una especie de reivindicación del saber-hacer artesanal en la Península de Yucatán contra la eterna tendencia a la industrialización, pero al mismo tiempo es el fruto de una intervención estética sobre la maestría artesanal.