Al estado de Yucatán se le identifica con el henequén: su cultivo en esta zona es de origen prehispánico. Siempre se cultivó en los solares de los mayas, hasta que en el siglo XIX fue trasladado a los planteles para ser exportado después de su transformación industrial. Fue la espina dorsal de la economía yucateca durante el siglo XIX y la primera mitad del XX. Se acumularon enormes fortunas, fruto de su industrialización y cultivo. Yucatán, que era un estado pobre, renació con el llamado « oro verde », convirtiéndose en uno de los más ricos de México. La llegada de las fibras sintéticas asestaron a la industria henequenera el golpe mortal. Hoy, la mayor parte de la fibra se obtiene de las desfibradoras industriales que pasaron a manos de cooperativas campesinas, y en varias partes se han vuelto a sembrar plantas de henequén. A pesar de todo ello, lo que no se perdió fue el uso artesanal de la fibra. Estos tortilleros están hechos a manos por los artesanos de Izamal y teñidos con plantas, flores y cáscaras.