El pueblo tlaxcalteca es un pueblo artesano, su destreza en los "obrajes" se plasmó en sarapes, gabanes y rebozos que constituyeron la identidad artesanal de la población. Recientemente, los pocos talleres que todavía sobreviven principalmente en Contla, decidieron replantear su posicionamiento frente a la industria, y reivindicar su propia naturaleza creadora e « imperfecta » que posee lo hecho-a-mano. En el taller de la familia Nezahualcóyotl, por ejemplo, Ignacio decidió buscar y recuperar las técnicas de teñido natural de su comunidad a partir de palo de Brasil, añil, grana cochinilla, pericón, nuez y otras materias que permitieran experimentar con el color en las lanas. Matices únicos e « imperfectos » que la industria dificilmente podría homogeneizar. Los sarapes de Contla son un ejemplo de cómo la industria no representa una contienda contra el mundo artesanal, sino dos visiones diferentes de relacionarse con el entorno y producir/consumir. Es en esa disparidad donde la naturaleza de lo « imperfecto » se impone como un testimonio que nos recuerda el talento humano en la creación.